El viejo Iba llenando caja tras caja con silencio y viejos recuerdos. Desnudó cada muralla. Organizó una reunión social para los muebles de la casa y los cubrió a todos con una sola mortaja blanca. Sin mayor cuidado, fue desgajando librero tras librero y todos los libros de una vida quedaron sepultados en viejas maletas sin remitente. ¿Todos? No. Dos rebeldes, escondidos en el clóset, cruzaban sus solapas rogando al cielo por un golpe de suerte, un descuido fugaz que los salvara de lo inminente.
martes, 28 de abril de 2009
El primer llanto
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3 comentarios:
A veces los libros que más se extrañan son los de esa biblioteca que permanece invisible, fantasma como dijo alguien por ahí; aquellos libros que un mal día fueron prestados y nunca más regresaron.
Breve, pero bueno.
excelente...
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