martes, 22 de mayo de 2007

Sábado

Este cuento lo escribí el año pasado. Hace algunos días, lo envié a un concurso, ojalá le vaya bien. Sin más, espero que sea de su gusto.

El inconfundible sonido de un vidrio roto los detuvo. Felipe se puso de pie y se ordenó un poco la ropa, no fuera a ser que le dijeran algún comentario mal pensado (y con toda razón) al respecto.
Se dispuso a salir de la pieza, pero antes le dijo a Camila que regresaría de inmediato, que sólo iría para poner un poco de orden en el piso de abajo. Ella asintió sin mayores problemas. Llevaban ya tres años de feliz pololeo, sin ningún sobresalto importante. Bajando las escaleras, Felipe se encontró con Nicolás y le pidió que por favor se quedara con Camila unos minutos y que vigilara que no entrara nadie a la pieza mientras él estaba en el piso de abajo, ordenando una fiesta que parecía irse de las manos. Y efectivamente, no fue menor la sorpresa para el
dueño de casa cuando se encontró con el desolador panorama: dos botellas de vino rotas en el suelo (las mismas que descorchaba su padre en ocasiones especiales), la mano llena de sangre de una Sofía demasiado borracha para darse cuenta que se estaba cortando, rodeada por una multitud de curiosos que poco y nada hacían para ayudarla, y el teléfono que sonaba estéril ante los oídos sordos de los invitados, seguramente desde hacia varios minutos.
Paralelamente al pequeño infierno que se vivía en el primer piso de la casa, Nicolás miraba a los ojos a la polola de su mejor amigo mientras le hacía cariños en el cuello, cariños que luego serían tímidos besos.
Contestó el teléfono, era la vecina, que amenazaba que si no bajaban la música, llamaría a Carabineros. Luego fue a atender a Sofía, dispersó con esfuerzo a la multitud morbosa y la llevó con ayuda de un desconocido a la cocina de la casa, donde le lavaron los numerosos cortes de la mano, que por suerte no eran tan profundos. Le puso un improvisado vendaje, le pidió al ya no desconocido Cristóbal que llamara a algún amigo o familiar de la accidentada para que la viniera a buscar y la llevara a algún hospital, dio una vuelta por todo el jardín para chequear que no hubieran más botellas de vino de la reserva de su padre rotas en el piso, ni amigas de la infancia borrachas bañándose en sangre, y se puso a subir la escalera. Luego de avanzar dos o tres peldaños, se dio cuenta que había olvidado bajar la música. Ya realizadas sus tareas de anfitrión, tomó un vaso de agua y subió al segundo piso.
Nicolás y Camila eran como uno solo. Se encontraban inmersos en una desordenada secuencia de besos apasionados, agarrones, toqueteos, más besos, botones desabrochados, vasos de roncola, camisas arrinconadas en el suelo, puertas sin pestillo...
Un Felipe atónito, seguido de un portazo, unos pasos que bajaban corriendo la escalera, otro portazo y al fin el chirrido de la goma sobre el pavimento seguido por el sonido de un motor que se alejaba de aquel lugar a toda velocidad, hicieron reaccionar a los traidores, que apenas se habían percatado de que alguien había descubierto su nido de mentiras.
Para Camila, fue el fin de una relación que parecía estar entrando en una fase de demasiado compromiso. Para Nicolás, fue el fin rotundo de una amistad de toda una vida. Para Felipe, fue el mundo entero que le dio la espalda un sábado por la noche.
Ha sido un día excelente – dijo para sí. Todo le había salido según los planes. El pedido de más Mausers de 9” había llegado a la hora presupuestada, las municiones de 22” aún no se acababan, pese a estarse terminando el período más fuerte de la temporada. Su señora lo había llamado esa mañana. Asistiría a la inauguración de una exposición de un joven pero popular artista en la azotea de la Torre CTC, donde, según lo que ella misma le había dicho, se reuniría toda la farándula artística de la capital.
Eran las siete de la tarde, cerraría la armería en diez o quince minutos, a lo sumo, cuando entró a la tienda un tipo de estatura media, con barba y el pelo hasta el cuello de la camisa, con el diario de la tarde bajo el brazo. El cliente preguntó por una Mágnum de 9”. Sí señor, se la traigo inmediatamente – dijo en respuesta. El cliente abrió con cuidado la caja de aluminio, parecía disfrutar del frío brillo del metal bien pulido. Preguntó por municiones. Enseguida, el dueño de la armería le entregó una caja con un centenar de balas. ¿Algo más? – preguntó éste. El precio que el hombre de la barba pagaría por la pistola y las balas, terminaría por redondear el mejor día de la temporada en la armería Dantés. El cliente dejó el diario sobre la mesa de la caja, parecía buscar la tarjeta de crédito en su billetera de cuero. Mientras procesaba la compra, el dueño del lugar leyó el titular del diario que su cliente había dejado sobre la mesa: Mujer cae desde azotea de rascacielos. No, no era posible, existen muchos otros edificios que abren la azotea para que la gente la visite. Siguió leyendo, desesperado. Mujer identificada como Camila Sepúlveda, murió tras caer desde la azotea de la Torre CTC, a las dos de la tarde. No lo podía creer. Mientras entraba en pánico, su corazón parecía acelerarse hasta el extremo, y una gruesa gota de sudor corría por su cuello, se dio cuenta que el cliente se estaba afeitando la barba tranquilamente enfrente de él. De pronto, reconoció en aquel rostro lampiño a un antiguo amigo. Felipe tomó la Mágnum y la cargó con dos balas, mientras Nicolás parecía estar cada vez más cerca de explotar. ¿Me recuerdas? –dijo, apuntándole el pecho con el arma recién adquirida. ¿Me recuerdas? –preguntó nuevamente. Seguido de esto, descargó dos tiros sobre la frente de Nicolás, tomó el diario salpicado de sangre, salió tranquilamente de la armería del hombre que le había arruinado la vida y se subió a su auto. Tomó el diario y despegó cuidadosamente el titular falso que había pegado en la primera plana de un diario de la tarde. Era un día sábado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

meniiiita!
i'm soooorry, no leí el cuento
leí todo el dia..
no puedoo mas xD jajaja
te qiieroo cifuenteees!

jajaja besiitoos

> domii dussaubat


posteame en mi flog! www.fotolog.com/domii_d

Anónimo dijo...

Este cuento ya lo habia leido... y ya te dije lo q pensaba al respecto... el tema esta muy intrigante. Eri bueno para crear mundos... en especial mundos "densos"