lunes, 4 de junio de 2012

La velocidad de mi corazón



La velocidad de mi corazón
No está en sus latidos,
No se refiere a la estrepitosa eficacia
De su bomba transportadora de sangre.
La velocidad de mi corazón es el frenesí
De un espíritu secuestrado por la rutina del vértigo.
La velocidad de mi corazón
Es también la velocidad de mis pensamientos,
Es también la articulación rápida y afligida
De mi discurso.


De vez en cuando,
La velocidad de mi corazón aumenta un poco más,
Y ya no puedo seguir yo mismo
El trote de mis pensamientos,
Entonces me quedo lejos,
Muy por detrás de mi lógica enarbolada,
Me quedo como inválido
Sobre un tiempo escurridizo,
Me quedo como tumbado sobre una cama.

Hecho un nudo,
Sobre el último lecho en el que querría descansar.


La velocidad de mi corazón
Describe el funcionamiento de un motor
Que inyecta su energía a un vertedero.
Es el síntoma de una verdad tan seria,
Tan recurrente,
Como síntoma es también
La calma del corazón para el Buda,
La calma del corazón
Para el hombre que aún no arruina sus sentidos,

La calma del corazón,
Para el corazón que todavía siente el tiempo pasar,
Como el colapso razonable del futuro,
Y no como el destello
De un choque inminente contra la muralla.



lunes, 30 de abril de 2012

La pesca defectuosa


Hace poco quise probar suerte pescando,
Supongo que un melancólico no puede sino buscar un momento para la paciencia,
Un tiempo para abrazar el tiempo,
Para abrazar a ese sí mismo que se fuga.

Quise pescar desde la orilla de un lago,
Para eso obtuve un anzuelo y lo necesario.
Supuse que el simple nylon y el simple tarro
Harían de mí una persona más simple;
Sencillez y algunas risas simples manarían naturales de mí
Como naturales vendrían los peces hacia mi artificio.

Me dije que querer pescar así,
Como un melancólico sencillo en la orilla de un lago,
No podía ser una afrenta contra la Naturaleza, mi vieja amada,
Sino un suave coqueteo,
Nada más que un roce inocente con la necesidad humana,
Un pequeño rasguño en mi cordón umbilical
Que al fin pasaría desapercibido por Ella.

Sería entonces un viajero cuya olla deleitaría a otros viajeros
Con los sabores del lago,
Le daría un descanso al viejo kilo de arroz.
Sería un individuo mejor adaptado y suficiente,
Capaz de ir a la Naturaleza y volver con la frente sin mancha
Y el estómago lleno.

Sin embargo,
Tras unos pocos, terribles intentos
Y la demostración de una técnica nefasta,
Renuncié a mis ambiciones
Y resigné este idilio que se hubo instalado en mi imaginario
Con toda la comodidad.
El proyecto fue desechado formalmente
Tras el certero golpe que me propinó en la frente 
Un anzuelo coludido con mi destino.
Entonces tuve hambre.
Tuve una mancha de sangre en la frente.
Tuve a mi viejo kilo de arroz.

Hace poco quise probar suerte con las mujeres,
Desde la orilla de otro tipo de lago,
(Ya saben, una metáfora)
Y como un melancólico sencillo en la orilla de otro tipo de lago,
El poema de rigor es el mismo:
Tuve hambre.
Tuve una mancha de sangre en la frente.
Tuve a mi viejo kilo de arroz.


jueves, 15 de marzo de 2012

La alegría que pasa


Tal vez sea sólo un arroyo de melancolía,
El que fluye como un arado sobre mi duro y viejo cuero,
El que corta y abre lo que es tierra reseca a su paso,
Así la riega y la despierta de un largo descanso.
Tal vez sea sólo eso,
Porque una tarde me puse a dormir
Y no estoy seguro de haber amanecido alguna vez.

Tal vez sea sólo la coqueta luz de esta mañana,
Como una mujer joven y hermosa,
La que impulsa con nueva juventud la cansada sangre de mi cuerpo,
La que camina conmigo hacia futuros olvidados.
Tal vez sea sólo eso, o ni siquiera.
Porque un día quise olvidar
Y no estoy seguro de cuánto borré con mi mano en la arena.

Tal vez sea siempre pasajero,
Este abrazo amante que de pronto acosa a mi espíritu,
Lo acosa y lo toma y lo une y lo descuartiza luego.
Porque pareciera que ya no volveré a amar a los hombres
Cuando acabe de escribir esto:
Cuando se acabe la música,
Cuando se seque el arroyo,
Y se me olvide el futuro.
Y tal vez sólo la poesía pueda domesticar a un lobo,
En un mundo donde reinan los hombres.
Tal vez sea sólo eso.
Porque siempre he sido así
Y no estoy seguro de haber cambiado.

Tal vez sea que la verdadera alegría dura una canción.