jueves, 22 de noviembre de 2007

Vocación Social

Amigos, les dejo esta pelá de cable. Un homenaje a los nunca bien ponderados escaladores. No se la tomen muy enserio...

Un necroictiófilo recién llegado del viejo continente, muy ofuscado, se empeña en encontrar a alguna persona a costa de la cual saciar sus deseos filantrópicos. No es que aquella persona deba cumplir rigurosamente un atado de normas y condiciones para que el necroictiófilo pueda llevar a cabo su solidaria misión, simplemente sucede que nuestro amigo el necroictiófilo no está en su día, no encuentra la inspiración, y si bien percibe el tránsito de cientos de peatones que pasan por la esquina de Lyon con Providencia, no alcanza a percatarse de que podrían ser potencialmente la solución, la respuesta que entibiara sus anhelos de humanidad. Vencido, el necroictiófilo se retira y desaparece entre multitud de maletines, celulares y diarios de la tarde. No se sabe nada de él por espacio de cuatro o cinco días.
El necroictiófilo regresa a la esquina de Lyon con Providencia, esta vez convencido de que en el esfuerzo y la perseverancia yace camuflada la tranquilidad de sus anhelos. El cambio de mentalidad de nuestro amigo el necroictiófilo consigue rápidos dividendos y en cosa de veinte minutos, el necroictiófilo paga la micro de dos estudiantes, una pareja de dudosa sexualidad y siete oficinistas de baja jerarquía. En las siguientes dos horas, nuestro amigo el necroictiófilo ayuda a tres ancianas y dos ciegos a cruzar la ajetreada y ancha Providencia; previene a un grupo de vendedores ambulantes de libros pirateados de la llegada inminente de funcionarios fiscalizadores; impide el asalto a una joven actriz teatral y haciendo gala de sus dotes atléticos, taclea a otro lanza que corre a toda velocidad con la cartera de una dama ya entrada en años bajo el brazo. El necroictiófilo declara en la fiscalía tercera de Ñuñoa a favor de un electricista que mató a cinco perros vagabundos en defensa personal. También declara en la Sociedad Protectora de Animales como testigo en contra de una niña que tras una pataleta, ha dejado tuertos a dos mandriles en el zoológico metropolitano.
Exhausto e inmensamente feliz, nuestro amigo el necroictiófilo se retira y desaparece entre multitud de maletines, celulares y bocas abiertas.
Nuestro amigo el necroictiófilo regresa a "la oficina" con las primeras luces del día y al final de la mañana ha llenado tres bolsas y fracción de colillas de cigarro. Por la tarde, luego de llevar al hospital a una adolescente con crisis de pánico y a un comerciante que cayó en shock por razones desconocidas, decide tomarse un descanso de seis minutos y medio para cavilar y filosofar sobre su futuro. Se le ocurre que su servicio social evolucionaría a un nuevo nivel de humanidad si pasara las noches recorriendo las calles de Providencia y Bellavista ayudando a jóvenes borrachos que evidencien algún grado de desorientación, a llegar sanos y salvos a sus casas. Una noche, en plena faena de rescate, recibe una golpiza por parte de un grupo de vendedores ambulantes de rasgos antisemitas.
Una semana después, nuestro buen amigo el necroictiófilo ha entablado graciosas amistades con tres carabineros de la séptima comisaría de Providencia, un comerciante de papayas y un centenar de jóvenes que le han prometido suculentos regalos en dinero y ropa (y ha hecho encarcelar a por lo menos cuatro vendedores ambulantes de especies robadas o falsificadas).
Nuestro amigo el necroictiófilo, hace buenas migas con el alcalde, quién le ofrece un puesto en la Corporación Pro-Videncia, una entidad que busca desarrollar la vida cultural y deportiva de la comuna, y a su vez, alejar a los jóvenes de las drogas y la delincuencia y brindarles apoyo sicológico y asesoría laboral.
Se dispone a dirigir un club deportivo enfocado a jóvenes deportistas con paranoia y/o trastornos maniacos depresivos, en sus divisiones de fútbol y fábrica artesanal de cerveza (si bien nuestro amigo el necroictiófilo se pregunta qué es lo que tiene esta última actividad de deportiva). El éxito de sus dirigidos en la liga de fútbol especial del sector oriente de la región metropolitana, y el estrepitoso fracaso de sus cervezas artesanales en el cuarto festival de la cerveza especial de Villa Alemana, más su incansable voluntad de mejorar la calidad de vida de las personas -ya no de esta comuna de la capital, sino de fronteras más ambiciosas- (y el renombre que dos meses de servicio social pueden lograr), lo llevan a dirigir un emergente conjunto de fútbol de la tercera división.
El trabajo con su equipo rinde frutos, pero es extenuante, y nuestro queridísimo amigo el necroictiófilo está muy cansado de los largos periplos nocturnos, por lo que decide renunciar a su labor solidaria en las calles de Providencia y Bellavista por las noches (además, en su opinión, los jóvenes han madurado mucho en este tiempo, fruto de las charlas y consejos que les ha brindado, y no cree probable que estos vuelvan a beber alcohol en exceso).
Luego de reponerse de una pequeña crisis vocacional quizás provocada por la caída de su equipo en los cuartos de final del campeonato o por el incremento en las tasas de delincuencia en las comunas de Providencia y Recoleta, nuestro querido amigo el necroictiófilo se convence de que en la perseverancia y la resiliencia yace camuflada la trascendencia y la inmortalidad, y decide que quiere ganar la Copa Libertadores. Con este nuevo determinismo, y la loable manera en que logra traspasar éste al rendimiento de su equipo (ya ascendido a primera división), se le ofrece un contrato por cuatro años como director técnico de la Selección Nacional de fútbol. Él acepta, bajo la condición de que se le permita llenar al menos doce bolsas de colillas de cigarros por mes.
Nuestro querido amigo el necroictiófilo clasifica a Chile al Mundial de Sudáfrica, lo gana y se le ofrece la nacionalidad por gracia. Comienza una brillante carrera política, es elegido presidente y logra el desarrollo para Chile en el año 2018, que según él, es la verdadera fecha en la que se cumple el bicentenario de la independencia; por el contrario, habría obrado de otra forma a lo largo de su vida para alcanzar el desarrollo de Chile en el 2010. Podría haber adelantado su establecimiento en Chile o incluso podría haber adelantado la fecha de su nacimiento en las lejanas tierras visigodas.
Nuestro presidente el Necroictiófilo, luego de una serie de coimas escandalosas a gran parte del Senado, cambia en forma radical la constitución y se atribuye poderes ejecutivos, legislativos y judiciales, los que más tarde evolucionarían en atributos divinos. Nuestra Alteza, el primer dios madurado en Chilito, promueve con alevosía la migración de cientos de colonias Necroictiófilas, para que colonicen las farmacias del país. Tras una cantidad considerable de medidas populistas, quizás respondiendo un poco a su viejo sueño filántropo, su Majestad el Necroictiófilo cierra las fronteras y pidiendo ayuda a la comunidad Necroictiófila asentada en Chile, comienza el holocausto más grande del que haya sido testigo el mundo moderno, asesinando a sangre fría a diez y ocho millones de chilenos, sólo dejando con vida a una minoría con fines administrativos, para puestos de baja jerarquía, o con la finalidad de utilizarlos como mano de obra en sus más diversas empresas; desde los fervorosos trabajadores que demanda la producción masificada de jabón y toda clase de productos cosméticos hechos a base de salmones y corvinas muertas, hasta los dedicados científicos que requiere su programa de manipulación genética en atunes de Isla de Pascua, con el fin de lograr la perfecta cruza entre la raza Necroictiófila y el desarrollado pez otrora enlatado.
El Emperador del Universo, nuestro querido amigo y colega de rasgos mesiánicos, el Gran Necroictiófilo del Tiempo y el Espacio decide que ha cumplido su misión, y se sienta en un escritorio enchapado en oro y pescados muertos. Escribe su biografía en dos páginas de literatura mediocre y desestilizada, y decide regresar al viejo continente, donde sus aventuras se mantienen en el top five de las listas más prestigiosas de Barcelona hasta el día de hoy.



Por si no lo saben, del latín, necro significa muerte, ictio significa pescado y filia, gusto o pasión.

viernes, 16 de noviembre de 2007

La mejor juventud

"Ahora sólo podía esperar que se le pasara la resaca."


Como escapando del asedio de un demonio, a quién trataba de esquivar en convulsas piruetas sobre la almohada y la cama (gracias al cual podría decirse que el sueño fue en vano, intranquilo), abrió los ojos, inmersos en aquel caos de chaquetas, camisas, cuadernos, papeles, billeteras y difusos recuerdos conservados en alcohol. Dormía con ropa. Levantó la cabeza y el cuerpo brevemente, como para tantear tímido un campo minado, y en pocos segundos cayó ingrávido sobre la cama y la almohada. Aún estaba mareado, tragó saliva y casi vomitó del asco al sentir el dulzón saborcillo del ron impregnado a su garganta. En un esfuerzo titánico, se puso de pie de golpe, se aventuró hacia la puerta, se colgó de la manilla, y dejó la puerta abierta para ventilar la pieza (a su madre no le gustaba sentir el ácido olor a trago fermentando en ninguna habitación de la casa, es una casa decente). Decidió prolongar su odisea por el pasillo hacia el baño, hasta al espejo que le revelaría gentil su patética imagen. Se mojó la cara con ambas manos, tomó una aspirina y optó por volver a su malograda guarida cuanto antes. Pensó que ya no podría dormir, con la caña, el ruido de la casa y todo, y prefirió tocar algo de guitarra tapado por las sábanas hasta al pescuezo. A los pocos segundos, se arrepintió de haber tomado la guitarra, y prefirió mantenerla como un simple estorbo curvilíneo entre su cuerpo y la pared, cual si fuera esa deseada mujer que jamás había puesto un pie en aquella cama.
Lentamente la resaca florecía, interrumpiendo un par de cortos episodios de sueño liviano y percepción alterada, los que lo mareaban infinitamente. La resaca florecía ya no tan tímida, sino como brutal flor primaveral, reclamando su cuerpo, quizás aún su alma (pacto con el diablo)… primero su estómago en truenos y tifones, luego su esófago en oleadas de acidez, la garganta en cascadas de saliva que lo mantenían visitando el baño con urgencia a vomitar lo poco y nada que de la noche anterior aún se mantenía llenando su estómago, y la cabeza, clavándole cientos de agujas frías y largas en la frente, atravesando impávidas el cráneo, de un solo crujido las meninges y penetrando suaves la materia gris como si fuera mantequilla (el desayuno).
Sólo la inoportuna visita de una tía y su consiguiente saludo desde el pasillo a su lecho de muerte le recordaron que había olvidado cerrar la puerta, dejándolo en vitrina, como a un mono en una jaula (concurrido zoológico). Balbuceó unas palabras en respuesta y dobló con fuerza la almohada contra su cara, apaciguando en alguna medida el infierno que se vivía en su cabeza y su estómago vacío. Los ataques de vómitos aún persistían pero pasado el quinto o sexto de dichos ataques, comenzó a hacerles caso omiso y se contentaba simplemente con eructar esperando resignado que no escapara algún residuo rebelde de bilis por su boca cristalizada.
Seguía borracho, tenía que ir a misa, le gritó a su madre que no iría, que estaba cansado, buscó el sueño (o la inconciencia) durante algún rato más hasta que encontró media hora de tregua entre las doce y las doce y media.
El sueño (sí, soñaba) se mezclaba con las dudosas percepciones de unos ojos parcialmente cerrados, en un desenfrenado frenesí surrealista que terminó por asustarlo y echarlo a patadas de la cama hasta la ducha.
El asado transcurrió de manera casi normal con el detalle de que no probó bocado y fue blanco de las burlas de sus primos mayores y algunos sagaces primos menores durante gran parte de la celebración. A la hora de los postres recuperó algo de su apetito y se sirvió mucha fruta y helado de vainilla, con un cierto orgullo, sintiendo gota a gota ese pequeño atrevimiento bajar por su garganta (al fin no más ron) que calló (menos mal) el “te tomaste hasta el agua de los floreros” que se disponía a salir de la boca de un tío bueno para la talla.
Se despidió victorioso de todos y le dijo a sus padres que iría al cumpleaños de un amigo, sí, una completada en su casa, sí, los papás iban a estar (estoy cansado de que me traten como a un pendejo), no, no vuelvo hasta la noche.

Seis de la tarde y se destapaban botellas de cerveza brindando entre hot-dogs imaginarios y un asado de vidrio. Seis y cuarenta, nuevas botellas desfilaban, eso era el paraíso, demasiado tiempo alejado del cobijo que proporcionaba esa leve embriaguez, las carcajadas, los amigos, las bromas y las siete veinte y los discursos, los aplausos, se acabó la cerveza, no importa hagamos hora para abrir los destilados, y eso que todavía no empezaba la lluvia de declaraciones grandiosas, las revelaciones, uno que otro lloriqueo. Esos se escupían con dos piscolas encima.
Las nueve y cinco y hora demás para comenzar la parte interesante de todo este asunto, demostrar la hombría con el pasar victorioso de cada vaso, algunos “on the rocks” , otros apenas teñidos por cocacola, cada uno a su ritmo y las diez y un abrazo entre los cabros que los quiero tanto, el sonar de campanas de cristal y el vaso al piso, pero no importa queda un tercio de botella y sucumbió el primero que yace al fondo de la piscina (tranquilos, está vacía, suerte que no empieza aún la temporada estival, aunque un poco de agua amortigua bastante bien las caídas). No le pasó nada, sólo una rodilla pelada y le va a salir un chichón y parece que estoy soñando entre dos brazos de mujer y una percepción alterada, me marea hasta el infinito pero no importa, me dejo conducir, me obligan a vomitar, me causa gracia cómo la conciencia se aleja y no vomites la cama huevón por favor, si es un rato nomás, cuidado yo le pago al taxista, mañana arreglamos cuentas y fin de transmisiones.

Despertó intranquilo, le pesaba la conciencia y se le veía notoriamente sofocado por el frenesí (la embriaguez y los sueños en plena cópula), su mente en blanco, (la puerta cerrada) la guitarra contra la muralla sería la única mujer cercana a sus piernas por mucho tiempo más y el sabor dulzón del ron frente a los papás (¡y este olor a trago!) (¡Esta es una casa decente!) Te cachamos (es martes pos huevón). Castigado.