sábado, 6 de octubre de 2007

Para andar en bicicleta

En honor a Cortázar y su célebre Manual de instrucciones, les dejo este pequeño manual explicativo para andar en bicicleta, en una ciudad ajena y hóstil para los dos pedales como lo es Santiago.


La verdad sea dicha y es que a la hora de moverme de un lugar a otro, por ponerte un ejemplo, de mi casa al mercado o de la iglesia al bar, prefiero confiar ciegamente en mi bicicleta, antes que en el azar de las calles y la buena voluntad de algún conductor, o que en alguna desvencijada y atochada micro, que pasan tarde, mal y nunca, y te ligan inexorablemente al humor tropical y folclórico del conductor. Prefiero la bicicleta, que corre rauda a todo el poder de mis piernas, burla ágil cada obstáculo, crece mi cuerpo, llora la piel, grita la herida dolorosa cuando me caigo, por fortuna, algo que no pasa muy seguido.
Para andar en bicicleta, primero debes mentalizarte y olvidar cualquier idea previa que pudieras tener sobre el manejo de este móvil. La bicicleta no requiere de un equilibrio excepcional, sólo de un poco de confianza en velocidad al partir, mientras empujas con infantil entusiasmo esos pedales hacia delante y abajo, y acompañas su suave rodeo con tus piernas en continuo pedaleo, casi siempre de pie. Una vez dominada la difícil técnica de partida, y superada la emoción de los primeros metros, se debe proceder a estabilizar el móvil. Esto se hace balanceando el peso del cuerpo hacia atrás de tal manera que el trasero tope, esto sin gran escándalo, y se pose lo más cómodo posible sobre el asiento, de manera que la pierna izquierda quede a la izquierda del asiento y la derecha a la derecha de este. Otra posición de las piernas en relación con el asiento puede complicar en demasía el pedaleo. Otro detalle a considerar a la hora que se busque mantener un pedaleo estable es encasillar la vista fija hacia delante y en el camino o ruta a seguir, ya que distraerla de esta por esos hermosos y perfectos senos que trotan rítmicos acercándose hacia ti, puede traer nefastas consecuencias como lo es la imperiosa caída por que no viste ese árbol, ese niño, ese triciclo, esa suegra, ese abogado, ese zapato, ese chamán que pasaba quizás tan distraído como tú por el camino que pretendías seguir.
Para que la bicicleta cumpla su objetivo en forma íntegra, el de transportar, y pase a ser algo más que un simple obstáculo visual para los automovilistas, es necesario seguir hasta el final la ruta a destino, con todos sus vaivenes, dobleces, vueltas mortales y acantilados, esto sin dejar de pedalear por espacios de tiempo demasiado prolongados en relación con la pendiente del camino, para que la bicicleta no se detenga, y con esta el movimiento y traslado de tu cuerpo hacia el lugar de destino. Por ahora sigue pedaleando y no te distraigas mucho. Una vez que pasadas varias cuadras, te sientas todo un hábil conductor y que establezcas contacto visual con tu destino, debes apretar los frenos (esas manillas sobre el manubrio) suavemente, cuidando de no presionar solamente el del lado izquierdo, lo que conllevaría a una posible caída de bruces (de lo más estrepitosa) en los más variables suelos y terrenos y la adquisición definitiva de ese miedo característico de quienes fallaron en el intento por aprender a controlar sus corceles y de ese respeto excesivo por la bicicleta y sus bondades, lo que te alejaría de ella, sino es por el resto de tu vida, por un buen tiempo, hasta que sientes cabeza y te des cuenta que no es socialmente aceptable no saber andar en bicicleta, no tener una linda y colorida en la casa guardada y no sacar el auto cada vez que quieras salir, aunque sea por dos cuadras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Perfecta descripción narrativa (¿?) de lo que podría ser el andar en bicicleta. Siento lo mismo que expresaste, y afírmate que pronto la cleta será el medio mundial de transporte.