lunes, 30 de julio de 2007

Un ocaso anunciado

Este poema hace un contrapunto entre esas personas que no ven más que niñez en su horizonte, y esos que hace ya un rato que ven otra cosa muy distinta.



Y ya está aquí la mañana,
Con su sol iluso e inocente,
Que corta amarras a la infancia.
Y los ojos del joven inmundo,
Duermen en culpable silencio.

El niño juega en las hojas,
Juega al robot y al espía.
El niño no lo sabe aún,
Pero la interrupción de ese sueño,
Llega sin aviso y todo lo destruye.

Si piensa en abrir los ojos,
Será para cerrarlos muy luego.
Si piensa en abrir su boca,
Será para beber por la noche.
Así vive ciego y mudo hasta el viernes.

Y ya está aquí la mañana,
Que le recuerda que está perdido,
Y baña en luz al barranco,
Por donde baja el sendero.
Y el niño espía llora en secreto.

Y no falta el día en que se encuentren,
Y el joven llore desolado,
Es que no logra verse reflejado,
En esos ojos inocentes.
El niño comprende que todo era cierto.

Hay algo que el joven no sabe,
El niño ha muerto en silencio.


miércoles, 18 de julio de 2007

Trapiche

Vengo recién llegando de trabajos de invierno, y es tanto el entusiasmo que me fue necesario plasmar parte de éste en un escrito. No sé si es un cuento, un ensayo o un manual de instrucciones, da lo mismo. Lo único que importa es que es un texto sincero. Ojalá les guste.

Unas enclenques paredes de aire sujetan el desvencijado techo de aquella morada y no hay más pintura que la corrosión del cielo de cinc. Si la caprichosa tierra decide sacudirse, dudo que aquellas murallas se mantengan en pie más tiempo que un borracho en una plaza. El viento se cuela fácil por cualquiera de los incontables hoyos que presenta la madera, el frío se cuela ileso ante aquella inoperante y mentirosa barrera. La casa no le es fiel a la familia y sin embargo las estrellas despiden su belleza en armónicos gritos. Qué gritos.
Pero el suelo está seco, tan seco que no recuerda más lluvia que unas desentendidas lágrimas de Leo, el menor en aquel hogar. El suelo está seco y debilita el alma de las familias de aquel pueblo perdido en el mapa, junto a sus huertos y oraciones. Porque Trapiche no es más que eso, un caserío perdido en el mapa, un grupo de familias enterradas en la dura lengua del desierto, un anónimo en las estadísticas de pobreza, un inconciente esbozo en la panamericana. Un lugar donde la vida corre al ritmo de plegarias ilusas y de pirquineros madrugadores. Donde el sol, implacable, curte desde temprano cuanto rostro se le cruce. Y donde la noche habla en helados susurros que son indiferentes a la piel escasamente abrigada de algunas decenas de familias.
No me pregunté porqué fuimos a dar a Trapiche, de entre tantos otros pueblos perdidos en los inhóspitos pliegues de la cuarta región. Pero al llegar al pueblo, tampoco fueron necesarias grandes cavilaciones para entender que había ahí personas que merecían una ayuda, por más sutil que esta fuera, algo tangible que hiciera un poco más llevadera la dura cotidianeidad que los aquejaba. Un detalle, un arreglo, aunque su duración en el tiempo no prometiera cifras de eternidad. Pero de todas maneras, un trabajo más real que el discurso pronunciado desde un cómodo salón. Se precisaba algo de mayor peso que las promesas políticas, normalmente ricas en contenido léxico, frases célebres y egos ensalzados, pero dudosamente fecundas en su realización.
Tal vez íbamos a Trapiche a la acción, a poner de nuestra parte para mejorar aunque sea en un poco el panorama que les espera a Sandro, Leo y María. Para que ellos y sus familias no pasen frío en la noche y no tengan que forrar los muros de sus mediaguas con revistas viejas y diarios amarillentos para impedir que el viento haga de las suyas al interior de esos tres por tres metros.
O tal vez íbamos a Trapiche a sentirnos sencillos; a disfrutar de la escasez material; a aprender del duro desierto y del grito del despampanante cielo nocturno, de los ojos de niños de caras sucias y de las sonrisas más grandes que nunca vi. Sí, creo que fue eso lo más importante. Porque es hermoso pasar algunas horas al día forrando con cholguán paredes, techos, puertas y ventanas, pero más hermoso fue el llanto de despedida del pobre Leo, y el entusiasmo y agradecimiento de doña Elba, que con sus sesenta y cinco años, estuvo siempre pendiente de nuestro trabajo y de nuestras necesidades, atendiéndonos con cariño y grandiosas conversaciones.
Brillante es la marca que dejó Trapiche en la memoria de quienes fuimos con la idea de enseñar y construir, y regresamos a la capital habiendo vivido y aprendido, por sobre cualquier otra cosa.

domingo, 8 de julio de 2007

Entrevista III

La última parte de aquella eterna entrevista. ¿Y el entrevistador es...?

¿Vale la pena saludarnos? Digo yo. Creo que saludar a una persona al encontrarse con ella por primera vez en el día, o en un período equis de tiempo ha perdido todo su sentido original, porque de la verdadera empatía y del verdadero interés en saber cómo está aquel individuo, queda bien poco. Todo se basa en formalidades insípidas y en fríos códigos y costumbres de antaño humanas. Pero aquí estamos, y será mejor que te salude: con un cínico “cómo estás” me ahorro muchas explicaciones. ¿Te gustaría sentarte a conversar?
Hablemos del amor. De todas maneras, no creo ser la persona más indicada para hablar de esto ya que en mi experiencia, el amor pertenece a los libros, al mundo de los sueños y a la vida de un selecto grupo de personas, al cual sin duda no pertenezco. Siempre se ha dicho que el amor debe ser el motor irremplazable del actuar del hombre, debe ser su camino y su meta, su vida y su orgullo. Y que siendo así, la felicidad y el equilibrio jamás te abandonan. Lamentablemente esta afirmación no la puedo refutar, ya que mi experiencia de vida en privación del amor no ha sido más que un atado de promesas fraudulentas de felicidad y equilibrio.
Es curioso cómo actúa el amor. Me llama la atención que el amor se muestre y seduzca a todos, incluso a aquellos que no pertenecen a la elite de personas de la que hablé hace algunos instantes. Curioso método es llenar de ilusión corazones vacíos y observar cómo esa ilusión desaparece gota a gota. Es casi sádico si lo piensas bien. Una de sus clásicas jugarretas es cruzar las vidas de dos personas y enamorar a una sola, condenándola inapelablemente a un calvario. Así es el amor, flores y tardes de risas para unos, y drogas baratas y ojeras para otros. Así es el amor, ilusiona y finalmente será lo mejor que les pasó en la vida para algunos, y también ilusiona a los otros, con la diferencia que para estos, el amor finalmente no será sino como una pesadilla a ojos abiertos . Mis ojos están demasiado abiertos. ¿Que los cierre? No te entiendo.
Amor significa “sin muerte”, ¿esto quiere decir que todas aquellas personas que no viven el amor, están muertas? Me parece una hipótesis bastante aceptable. ¿No crees?
¿Que acaso no estás de acuerdo conmigo? ¿Dices que el amor se da a conocer a todos para alimentar la esperanza, para darnos algo porqué luchar en esta vida? ¿Y que sólo depende de uno entrar a la sonriente elite? Que linda visión de las cosas tienes tú. Creo que la vida ha sido un poquito más benévola contigo. ¿Me dices que la vida no es benévola con nadie? De nuevo me quieres hacer creer que cada uno tiene el poder de transformar esas promesas de felicidad y equilibrio en una realidad. ¿Estás usando muchas drogas? ¿Te sientes bien? Responde. No me gustan estos jueguitos. Responde. Habla. ¿Te vas? No. Vuelve, creo que tú me puedes ayudar a dejar de escribir estas patéticas historias. Vuelve. Bien, me alegro de que no te vayas todavía. Pero dime, ¿qué debo hacer? ¿¡Para qué mierda es esta jeringa?! No sabes lo que me han hecho. Me han clavado estas cosas más veces de las que puedo recordar y nunca me ha servido de nada. ¿Que la tome y me la clave? ¡Estás loca! ¿Que soy un idiota y nunca seré feliz? Si quiero ser feliz pero… ¿que entonces me deje de mariconadas y me la clave en el pecho? Te juro que si no funciona esta vez…¿que cierre los ojos, cuente hasta cinco y tú me la pones? Confío en ti. Uno…(por Dios ¿qué estoy haciendo?)Dos…(¿para donde iré?)Tres…(¿Qué tendrá esta cosa? ¿¿Veneno para ratas??…)¡¡Alto!!
- Cuatro, cinco, adiós.

jueves, 5 de julio de 2007

Cara y sello

Sí, se siente sola. Abrumadoramente sola. Pero continúa tratando a las personas como deshechos biodegradables. No hace reparos en la verticalidad presente en cada palabra que cruza, y yo me pregunto, ¿cómo es que logra ponerse tan arriba, por sobre ti, sobre mí, sobre el mundo y sus leyes? Al menos sobre mí. Puedo haberme preparado meses para su encuentro, como para una sangrienta batalla, caminar en la seguridad de mi riguroso entrenamiento, vanagloriarme por escasos segundos de mi hombría, y llegar enfrente de ella y mearme los pantalones. Talvez nunca logre descolocarla, pero prefiero eso e interactuar como un igual con el resto del mundo que entenderme como ella y aislarme en mi belleza superlativa, en el ritmo de unos ojos que descolocan al que los mire, instaurar aquella misteriosa barrera infranqueable entre yo y el resto de los seres que respiran.
No entiendo cómo lo hace él para achicarse. Se esconde en una humilde reverencia y en una supuesta incapacidad para abordarme. Es más fácil sentirse pequeño. Si estoy sola es porque él y un millón de idiotas se enmudecen al mirarme a los ojos. Aunque no puedo negar sentir un cierto placer al ver sus ojos nerviosos, esa solitaria gota de sudor que corre por el cuello y esa mandíbula atastacada.
Desnudo y ridículo frente a ella. Y de nuevo sólo anhelo correr hasta el refugio maternal más próximo y sentir la tibia presión de unos brazos de madre sobre mi pecho.
Se preguntaban si al verse al espejo el otro se sentiría igual.